Hoy, mientras estaba en el aeropuerto, recibí una solicitud de Uber de una extranjera, así que fui a verla y descubrí que tenía veintipocos años. Por su nombre y apariencia eslava, pensé que sería rusa. Normalmente me gusta hablar con los extranjeros que viajan conmigo y preguntarles sobre su nacionalidad. Ojalá no le hubiera preguntado sobre su nacionalidad. Me sorprendí cuando me dijo que era de Serbia. Siempre vuelvo en el tiempo a cuando tenía unos 16 años, cuando ocurrieron las masacres cometidas por los serbios contra los musulmanes y los miles de casos de violaciones en grupo a los que fueron sometidas las mujeres musulmanas. Recordé los intentos que hice de viajar a la yihad en Bosnia y Herzegovina. Me preguntaba constantemente si su padre o su tío habían participado en esos crímenes. Imagínense que estuve sentado con ella durante una hora entera desde el aeropuerto hasta Dokki, mientras pensaba y recordaba esos dolorosos recuerdos. La traté con respeto durante todo el viaje y no le dije lo que pensaba porque tenía que separar mis sentimientos de mi trabajo, y también porque sé que ella nació después de estos crímenes, así que no estuvo involucrada en ellos. La traté bien y le di cinco estrellas a pesar de que estuve molesta durante todo el viaje.
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