Cita de Khalid ibn al-Walid antes de su muerte Khalid murió en Homs el 18 de Ramadán del año 21 d. H. / 20 de agosto del año 642 d. C. Cuando la muerte se acercaba, las lágrimas brotaban de sus ojos, ardientes, tristes y suplicantes. Sus lágrimas no provenían del miedo a la muerte, pues a menudo la había enfrentado a filo de espada en batalla, llevando su alma en la punta de su lanza. Más bien, su tristeza y sus lágrimas se debían a su anhelo de martirio. Le fue difícil morir en su cama, pues había frecuentado con frecuencia los campos de batalla, haciendo temblar los corazones de sus enemigos y la tierra bajo sus pies. Sus últimas palabras expresaron esa tristeza y dolor con profunda emoción: «He participado en tal y tal campaña, y no hay un solo centímetro de mi cuerpo que no haya recibido un golpe de espada, un disparo de flecha o una estocada de lanza. Y aquí estoy, muriendo en mi cama de muerte natural, como muere un camello. Que los ojos de los cobardes nunca duerman».